Trabajar con personas es de lo más difícil que hay, y es difícil porque las personas son estúpidas, tercas, flojas, cerradas... ¿ya mencioné que son estúpidas también?

Sin embargo para casi todas las actividades humanas vemos que se requieren de equipos y además a la mayoría no les va mal, no será tan difícil entonces... o ¿dónde está el truco?

Nuestra madre fue nuestro primer objeto de amor, específicamente su seno con el que nos alimentamos, pero luego pasó a ser ella por completo.

La realidad es que dos cabezas piensan lo doble que una, cuando menos en teoría, pero pensar lo doble no es necesariamente pensar mejor.

Si te digo "no pienses en conejos" lo más seguro es que un conejo brinque a tu mente.

Hay algunas ocasiones en las que no conviene pensar en algo porque sólo nos estresaría y nada podemos hacer salvo preocuparnos, y por más que intentamos no pensar en ello lo seguimos haciendo. Así que ¿cómo no pensar en algo?

Estaremos casi todos de acuerdo en que éstas son "Gracias" y "Por favor", pero no me refiero aquí a estas palabras mágicas, sino a todas aquellas que se supone tienen un efecto milagroso, todo aquello que se "decreta" o se "profetiza".

Se supone que van de la mano estos dos conceptos pero no necesariamente, de hecho cuando están mezclados uno ya no puede distinguirlos claramente, el amor deja de ser amor y el sexo también deja de ser sexo y se convierten en otra cosa, llamémosle simplemente amor-sexo.

Es común ver en la publicidad frases como "El mejor producto", "El mejor precio" o "El mejor servicio", pero ¿en realidad son "lo mejor"?, y aunque lo fueran ¿cómo podrá saberlo el cliente si TODOS dicen lo mismo?, la competencia también asegura ser "el mejor".

Esta frase es muy conocida e incluso alguna vez, cuando estudiaba Mercadotecnia, llegué a recomendarla pero ahora creo que hay una mejor manera de vivir.